Aunque esta vez con cierto retraso, como cada verano desde la librería Tusitala os ofrecemos una serie de recomendaciones literarias para las vacaciones estivales, época siempre propicia para la lectura:
–Viajes con Charley, de John Steinbeck. El autor de esa gran novela social que es Las uvas de la ira se dio cuenta a sus 58 años de que llevaba demasiado tiempo sin recorrer Estados Unidos, y que no podía seguir escribiendo sobre su país y sus gentes si no conocía sus historias de primera mano. De manera que preparó su autocaravana, de nombre Rocinante, y con la única compañía de su perro, de nombre Charley, recorrió más de 16.000 kilómetros y 34 estados. La crónica de ese viaje, publicada con esmero por la editorial Nórdica, es una joya literaria, una emocionante travesía por tierras y paisajes singulares, por sus no menos singulares habitantes, y por la peripecia vital del propio autor del libro. Solamente el pasaje dedicado a las impresionantes secoyas, cuando Steinbeck llega a los bosques de California, merece un lugar de honor en la historia de la literatura y del amor por la naturaleza.
–Contar es escuchar, de Ursula K. Le Guin. Este año abandonó el planeta Tierra la gran maestra de la ciencia-ficción. Justo unas semanas antes de su fallecimiento la editorial Círculo de Tiza publicaba esta recopilación de artículos y ensayos «sobre la escritura, la lectura, la imaginación», según reza el subtítulo. Mientras encontramos el momento de repasar las obras fundamentales de Ursula, como Los desposeídos o La mano izquierda de la oscuridad, en este volumen podemos encontrar agudas reflexiones en torno a asuntos tan dispares como la creación literaria, el feminismo, el arte o la política. En sus propias palabras: «Escuchar es un acto de comunidad que requiere un lugar, tiempo y silencio. Leer es una manera de escuchar».
–Animal, de Jesús Colomina. ¿Querría alguien renunciar voluntariamente al estatus de ser humano? Y, sobre todo, ¿por qué querría hacer algo así? Esta novela gráfica del madrileño Jesús Colomina se adentra en las motivaciones y en el impacto social que tendría la decisión de un hombre cansado y silencioso, aparentemente hastiado de vivir, alrededor del cual se desata una batalla legal y mediática ante su solicitud de renunciar a seguir siendo humano. Además de lo atrevido de la propuesta, impresiona la habilidad narrativa que el autor despliega para contar esta historia, que se lee como un cómic pero se ve como un documental, o viceversa. Tan recomendable como su anterior obra, Hoy es un buen día para morir, también publicada por Dibbuks y que vino a presentar a Tusitala.
–Olivia y las plumas, de Susanna Isern y Esther Gili. La historia de la niña Olivia, capaz de comunicarse con los animales, es un cuento infantil que, como todos los buenos cuentos infantiles, puede ser igualmente apreciado y disfrutado por lectores adultos. Acompañado de las magníficas ilustraciones de Esther Gili, el texto de Susanna Isern desborda imaginación y nos cuenta lo útil que puede llegar a ser una buena colección de plumas para remediar los efectos de la sequía sobre unos peces que se están quedando sin agua y no consiguen llegar al mar. El libro lo publica la editorial Kireei, y nos invita a volar.
–París no se acaba nunca, de Enrique Vila-Matas. Publicado hace ya algunos años por Debolsillo, este libro del autor barcelonés podría considerarse un clásico de la comedia literaria. París no se acaba nunca parte de dos pretextos: del homenaje a varios de los muchos escritores que vivieron en la capital francesa, y de la crónica del paso por París del propio Vila-Matas cuando apenas contaba 20 años y jugaba a ser bohemio. Pero es sobre todo un libro jocoso, divertido, mordaz, lleno de inteligencia y de referencias literarias; es un libro que invita a leer otros libros, y que el lector o lectora empieza y termina sin saber qué es mentira y qué es verdad (¿acaso importa?), si es cierto que Vila-Matas fue a Florida para participar en un concurso de dobles de Hemingway o si realmente su primera estancia en París acabó de forma tan abrupta como nos cuenta. La respuesta es que París no se acaba nunca…
Feliz verano, amigas y amigos de Tusitala.