Llevaba mucho tiempo sin leer cómic hecho en España, o historieta, como diría un buen amigo. Sabía que Paco Roca había cosechado un gran éxito con Arrugas, y que su nueva obra, Los surcos del azar (Astiberri, 2013), prometía. Pero tuvo que ser otro buen amigo quien me llamara la atención sobre el tema, y me llevara a leerla. La Nueve. Pronunciar el nombre coloquial de la novena compañía del Regimiento de Marcha del Chad, perteneciente a la segunda división blindada bajo el mando del general Leclerc, suponía desatar una oleada de nostalgia, o más bien de saudade, porque no se puede tener nostalgia de un tiempo que uno no ha vivido.
El protagonista de Los surcos del azar es Miguel, combatiente en la Nueve, como tantos otros republicanos españoles que formaron parte de la compañía que liberó París de los nazis. Miguel es protagonista por sus vívidos recuerdos del exilio y de la II Guerra Mundial, dibujados a color por Paco Roca, pero también por su vida anónima, dibujada en blanco y negro, de anciano huraño en cierta localidad francesa que no se nombra, a donde va en su busca el autor de Arrugas. El cómic combina ambas tramas, los recuerdos y las entrevistas que generaron esos recuerdos, mediante un pulso narrativo encomiable: por momentos parece tanto o más interesante la relación que el joven Paco Roca establece con el viejo Miguel y su entorno, hasta que llega el momento de la verdad (la liberación de París) y del amor, tan sublime como efímero.
La cita de Antonio Machado que da título a Los surcos del azar recuerda aquella otra que con el mismo propósito sirviera a Isaac Rosa para nombrar su novela: “El vano ayer engendrará un mañana vacío”. Parece que estas dos obras, novela narrativa y novela gráfica, dialogaran entre sí a través de ese elemento en común que supone partir de los versos de Machado. El novelista se centra en la Transición y en sus miserias, en una España gris cuyos cielos acaso no hayan vuelto a despejarse nunca por completo. El historietista Paco Roca, por el contrario, nos ofrece trazos de una España tricolor que refulgió con la intensidad de la epopeya; o, para ser exactos, de quienes, fuera de nuestras fronteras, obligados por el exilio, siguieron ondeando aquella bandera en su lucha de años contra el fascismo.
La virtud de contar es que puede resumir un periodo histórico y las vidas de muchos hombres en una sola anécdota. Es esta: