El pasado 3 de septiembre, cuando ya estaba en proyecto la librería Tusitala pero aún faltaba un mes para que abriera sus puertas, estrenamos página en Facebook con la siguiente receta literaria:
1. Coja su ejemplar de Océano mar, de Alessandro Baricco. Procure que sea un ejemplar fresco, recién recolectado del árbol.
2. Diríjase a la playa más cercana, es decir, al Alentejo portugués.
3. Sumérjase en la lectura a intervalos regulares, y salpimente la misma con cuantas inmersiones marítimas desee.
4. Si después de todo lo anterior no le entran unas ganas terribles de vivir en la posada Almayer, de pintar el mar o de acercarse a la orilla a medir sus límites, consulte con su librero.
Pretendíamos inaugurar así una breve sección de reseñas literarias que ampliar más adelante, cuando Tusitala tuviese su propia página web. Ha llegado ese momento, y mientras tanto la librería lleva abierta mes y medio; ahora mismo, además de Océano mar, por nuestras estanterías se agitan, esperando lectores, más tigres de papel de Baricco: Mr Gwyn y Tres veces al amanecer, sus últimas obras, además de una muy atractiva edición limitada de Seda.
Precisamente Seda, novela corta o relato largo hecho para ser leído y regalado una y otra vez, anticipa en cierto modo esa ensoñación narrativa que conforma Océano mar. Es el estilo propio de Baricco: alambicado pero preciso, sutil pero arrebatador. En Océano mar un delicioso y variopinto grupo de personajes se reúne en la posada Almayer, cuyo solo nombre ya indica que se trata de uno de esos lugares remotos y maravillosos a los que únicamente se puede acceder a través de la literatura. Situada en alguna parte imprecisa de la costa francesa, a medio camino de todas partes y de ninguna, en una época que parece el diecinueve pero podría ser otra o no haber existido jamás, la posada Almayer es sobre todo una atalaya para contemplar la mar océana, el océano mar.
Más allá de sus divertidos personajes (un científico enciclopedista, un pintor obsesionado, una hermosa mujer que aguarda a su amante, un cura que dice cuanto piensa, un niño que adivina los sueños), el verdadero protagonista de la novela es el mar. La mar, en todas y cada una de sus facetas, pero por encima de todo en su combinación de belleza y horror, de origen de la vida y abismo feral de la muerte. El océano convertido gracias a la prosopopeya en entidad monstruosa y divina a la vez, ante el cual el hombre no puede hacer otra cosa que observar y estremecerse.
La lectura de Océano mar se antoja ahora una lectura intensa, veraniega, llena de ese sueño acuoso que todavía no se llamaba Tusitala. No se necesita (no se debe) decir mucho más: ni del argumento, ni de los personajes, ni del estilo. Lo mejor es flotar entre sus páginas, dejarse llevar por el ímpetu de las olas, navegar cuanto más lejos mejor de la orilla de nuestra rutina terrestre.