Una reseña de Anabel Rodríguez, autora del blog La Puerta Deshecha
Este mes me he volcado en las Clases de literatura de Julio Cortázar. El libro, publicado por Alfaguara en 2013, se fundamenta en la transcripción de las conferencias que diera Cortázar en la Universidad de Berkeley en 1980.
Uno de los extremos que más me han entusiasmado es la extraordinaria elocuencia de Cortázar. Me parece de otro mundo esa facilidad para expresarse oralmente, de una forma tan atractiva. Se nota que detrás no hay sólo una buena preparación del discurso, sino una interiorización de contenidos sobresaliente. Son en total ocho clases, sobre temas diversos: los caminos de un escritor; el cuento fantástico y el cuento realista; el tiempo y la fatalidad; la musicalidad y el humor; lo lúdico en la creación literaria; el erotismo y la literatura; el proceso de escritura de sus obras Rayuela, Libro de Manuel y Fantomas contra los vampiros multinacionales. Al final de cada conferencia también se transcriben las preguntas de los alumnos del curso, y las respuestas de Cortázar.
Cronopios y Famas, la Maga, Horacio Oliveira, Rayuela, la situación de América Latina a finales de los setenta y principios de los ochenta… y por supuesto la literatura, siempre la literatura aparecen en este libro imprescindible para conocer a Julio Cortázar y obtener una percepción diferente sobre su obra, más allá de lo que uno hubiera leído previamente. Durante las conferencias no sólo desmenuza sus libros, sino que habla de otros autores como Vargas Llosa, García Márquez, Borges o Ramón Gómez de la Serna; y resalta la seriedad del juego creativo, entendida de la misma manera que uno se toma la diversión en la infancia: “Si ustedes se acuerdan de su propia infancia estoy seguro de que recordarán muy bien que cuando jugábamos jugábamos en serio. El juego era diversión, desde luego, pero era una diversión que tenía una gran profundidad, un gran sentido para nosotros. (…) Cuando siendo niño me interrumpían por cualquier motivo momentáneo me sentía ofendido y humillado, porque me daba la impresión de que no se daban cuenta hasta qué punto ese juego con mis amigos tenía para todos nosotros una importancia enorme”. Jugar es un asunto muy serio y escribir es un juego que, por tanto, debe jugarse con seriedad, pero sin dejar de jugar.
La lectura de Clases de literatura provoca curiosidad, ganas de profundizar en la obra del autor, animado por el hecho de descubrir muchas de las claves de la creación de su propia mano. Es un libro para los admiradores de Cortázar y para los que aún tienen mucho que descubrir sobre su genio.