La Buena Novela

«De todas las cosas para las que sirve la literatura, su ejemplo me confirma que una de las más gratificantes es la de conseguir que personas hechas para entenderse se reconozcan entre ellas y entablen comunicación».

¿Han hecho alguna vez repaso del porqué de sus lecturas? ¿Se han preguntado qué les llevó a tal o cual libro: una crítica en el diario, el guiño de un librero, la recomendación de una amiga, el regalo de un amante, una entrevista radiofónica al autor, el impulso propiciado por una portada llamativa o una sinopsis rotunda?

La ventaja de ser librero es que a veces te hacen encargos, y La Buena Novela lo fue, el encargo de un buen amigo y mejor lector, a quien a partir de ahora llamaremos el Caminante. Publicada por Impedimenta en 2012, era imposible que La Buena Novela de Laurence Cossé hubiese llegado a Tusitala como novedad; recibido el encargo, el Caminante pasó a recogerlo y me preguntó si había tenido ocasión de echarle un vistazo. Respondí con alguna evasiva, aunque lo cierto es que tenía toda la intención de dedicarle unos minutos para el debido “reconocimiento médico”, aquel que todo librero debe emplear para verificar las constantes vitales de cualquier libro: contraportada, solapa, acaso primeros párrafos.

Al día siguiente ya tenía una copia en casa, y el libro empezado. Por suerte, había solicitado varios ejemplares: en parte por intuición de librero, en parte porque todas llegaban sucias o deterioradas, una vieja guerra contra la distribuidora que nunca podré ganar. Después de unas pocas páginas ya lo estaba recomendando a una amiga, de esas amistades de las que uno sabe que aman los libros; y pasados unos cuantos capítulos ya estaba agradeciendo el descubrimiento, vía redes sociales, al bueno del Caminante.

¿De qué trata La Buena Novela? De buenos libros, de buenos escritores, de buenos libreros. De la pasión que provoca la literatura, de ese navegar contra viento y marea que supone abrir una librería en la consabida era digital y del superventas. Según parece, también contiene una trama de intriga, pero eso es lo de menos. Como ya se habrán dado cuenta, esto no es una reseña. Es más bien la narración de por qué estoy leyendo este libro, es la pequeña novela que antecede y explica La Buena Novela, el preámbulo antes de la historia principal, el cuento dentro del cuento. Si se deciden a leerla, ya saben qué fue lo que les llevó a ello. Que ustedes la disfruten.

Recomendaciones veraniegas II

Al igual que el año pasado por estas fechas, desde Tusitala os ofrecemos una serie de recomendaciones literarias para el verano, época siempre propicia para la lectura.

9788495359452Comenzamos por Novela de ajedrez (Acantilado, 2013), narración breve de Stefan Zweig, uno de nuestros autores favoritos. Como ocurre también en Mendel el de los libros, un narrador anónimo que bien podría ser el propio Zweig nos presenta a un personaje misterioso, tan sublime como derrotado. Publicada por primera vez en 1941, Novela de ajedrez es muchas cosas (obra de intriga, homenaje al juego de juegos, viaje al interior de la psique, alegato contra la barbarie nazi) y sobre todo un artefacto literario que funciona a la perfección: seduce, sobrecoge y te conduce hacia su amargo final como a un preso hacia el patíbulo.

Pasamos del ajedrez de Zweig al gran maestro norteamericano del relato, Raymond Carver. Cualquiera de sus libros publicados por Anagrama serían recomendables: Catedral, Tres rosas amarillas, ese álbum fotográfico salpicado de textos suyos que es Carver Country; pero vamos a centrarnos en De qué hablamos cuando hablamos de amor, 17 relatos cortos que navegan por las turbias aguas del realismo sucio: pesimismo existencial, mujeres y hombres a la deriva; todo ello servido crudo, sin envolver, con su característica prosa tan certera como desnuda de artificios (y de la que se responsabiliza en buena medida a su malévolo editor). Conviene además detenerse en el relato que da título al libro, el cual sirvió de referencia para el montaje teatral que vertebra la magnífica película Birdman, triunfadora en los premios Oscar de este año.

También de un realismo descarnado por momentos, pero con una capacidad lírica sorprendente, llegamos a la novela gráfica Asterios Polyp (Salamandra Graphics, 2014), de David Mazzucchelli. Dibujante señero de los cómics de superhéroes de los 80 (como los clásicos Batman Año Uno y Daredevil Born Again, ambos con guión de Frank Miller), en 1994 ya avisó de su talento para la novela gráfica con la adaptación de la Ciudad de cristal de Paul Auster. Pero es en Asterios Polyp donde Mazzucchelli transmite con fuerza inusitada una historia cruenta y evocadora, tierna y agria a la vez, apoyada en un material gráfico excepcional y muy vanguardista. Contada por su hermano gemelo imaginario, es la historia de Asterios, un arquitecto de carrera profesional exitosa y trayectoria personal extraviada, que cumple 50 años el mismo día que pierde su casa en Nueva York por culpa de un incendio. Huye de su vida ordenada para buscarse a sí mismo, en un viaje que tiene algo de la epopeya de McCandless en Hacia rutas salvajes, y algo de la exploración interior que todos seguimos dejando para mañana.

De exploradores y odiseas habla Crónicas marcianas, clásico de la ciencia-ficción que la editorial Minotauro acaba de rescatar en edición conmemorativa, limitada y numerada. A lo largo de diversas expediciones a un planeta rojo de fábula, Ray Bradbury nos inocula ese sentido de la maravilla que sólo él es capaz de amasar, al tiempo que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza humana, ya tenga los pies en la Tierra o sobre el polvo de Marte. Para saber por qué un clásico es un clásico, basta embarcarse en el pequeño cuento que abre el libro, titulado El verano del cohete, y ya en las alturas de la imaginación, dejarse arrebatar por el calor de estas lecturas.

Feliz verano, amigas y amigos de Tusitala.

Etimolomías

Reseña de Carlos Reymán para Librería Tusitala

Pertenece Felipe Zapico a la turba gentil de los poetas expulsados que enfilan sus pasos platónicos contra la República, los poetas que se la tienen jurada al poder de traje invisible cortado a la desmedida convenida, y no callan ni bajo el agua bailable de la intelectualidad adulada y sonera. Pertenece Zapico a la horda de los poetas homéricos cargados de razón y conciencia que en sus idas de acá para allá encontraron la medida del alma humana en un cuenco de sueños. Pertenece el poeta Felipe Zapico al grupo de poetas revolucionarios que dieron por perdidas las revoluciones pendientes (cuesta abajo o cuesta arriba), intermitentes o de luz fija guiando la desbandada, y empiezan a ganar ahora la única posible: La Revolución de la Palabra.

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Fracasar mejor

El próximo 20 de noviembre, a partir de las 20:00 horas, nos visita el poeta y ensayista Jorge Riechmann, y de entre sus muchas obras literarias hemos escogido Fracasar mejor, libro de libros, para ofreceros la siguiente reseña:

Ante el abismo del fracaso de lo humano –y uno se siente intensamente tentado a adjetivar: definitivo–, en esta encrucijada histórica de gravedad extrema, nos decimos sobrecogidos: démonos la oportunidad de fracasar otra vez, de fracasar mejor.

Tal es la cita que cierra el libro, en su contraportada. Pero empecemos por el principio: Uno aprende equivocándose. ¿Aprende a no equivocarse? No. Aprende a equivocarse mejor / Por qué seguimos cometiendo los mismos errores, insistía Bertrand Russell, cuando podemos cometer errores nuevos / Fracasa mejor, avisaba Samuel Beckett. No tienes la menor oportunidad, pero aprovéchala.

Todo esto en la primera página. Ya sabemos a qué atenernos. ¿Lo sabemos? En realidad sí, pero lo habíamos olvidado. Riechmann nos los recuerda: Sólo hay una respuesta digna frente a la finitud humana: cuidarnos, acompañarnos, ayudarnos / La humanidad, el espíritu de la Tierra, la conciliación paradójica de la parte con el todo y de la unicidad con la multiplicidad: a todo esto se le llama utópico, y sin embargo es biológicamente necesario.

Este es el final, o el principio. Entre ambos se sitúa un libro que nos invita a fracasar otra vez, a fracasar mejor en el intento de hacernos a nosotros mismos. Aún no he terminado de leerlo, porque es un libro infinito: depende del lector, al cual se le invita a colaborar, a interrogarse. Depende de ti.

Su título completo es Fracasar mejor (fragmentos, interrogantes, notas, protopoemas y reflexiones). El paréntesis no es más que una aproximación. ¿Será un tratado sobre el budismo, una colección de consignas políticas, una decantación de filosofía combinada, un manual de activismo ecologista, o sencillamente un larguísimo haiku? Tiendo a pensar que todo a la vez, y sobre todo lo último.

El autor es Jorge Riechmann, poeta y ensayista, profesor de filosofía moral en la Universidad Autónoma de Madrid. Su pensamiento también es autónomo, y mucho, pero está imbricado en una larga tradición de libertad: basta con seguir el camino de quienes han fracasado antes que tú.

No cabe decir mucho más, sino invitar a la lectura, a la meditación y a la acción (por este orden). Ante la dejadez de funciones de la raza humana, frente a la desidia colectiva y la resignación individual, por contraste con el poder de la troika (a saber, y esta denominación es de mi cosecha: el pensamiento único, el fin de la historia y la cantinela de que no-hay-alternativa) Jorge Riechmann se erige como el sabio que nos recuerda que errar es una oportunidad de progresar, de fracasar mejor.

3 en 1, de Luis Costillo

Reseña de Carlos Reymán para Librería Tusitala

Un libro es un artiT1lugio complejo que requiere ajustes muy concretos, determinados cálculos que supongan una violación de la fórmula establecida, la construcción de un andamiaje que sostenga toda la relojería giratoria en la que engranen las ideas que penetran la realidad a dentelladas circulares. De esta naturaleza es el último libro de la factoría de heterónimos Heitflab que regenta Luis Costillo: 3-en-uno original. Si no fuese un término excesivamente manido y por tanto agotado, estaría a punto de llamarlo artefacto, pero lo vamos a dejar ahí, en ese eco repetido que nos sugiere una épica antigua del arte, llena de una intencionalidad que contrasta con la actual autocomplacencia del vacío y desenvuelta carencia de contenidos.

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Recomendaciones veraniegas

Hace un año preparábamos la inauguración de Tusitala con la lectura de Océano mar, novela corta de Alessandro Baricco cuyo oleaje aún acompaña esta aventura libresca. Pero como no es cuestión de repetirse, para este verano que ahora comienza os ofrecemos las siguientes recomendacones literarias, variadas, intensas y refrescantes, para que no perdáis la brújula de los buenos libros:

Mañana todavía: doce distopías para el siglo XXI (Fantascy, 2014) es quizá la más atrevida de nuestras propuestas. El escritor y periodista Ricard Ruiz Garzón reúne en esta antología doce textos de autores punteros de la narrativa española como Emilio Bueso, Rosa Montero, Javier Negrete, Félix J. Palma o Laura Gallego, entre otros. El denominador común es esa rama de la ciencia-ficción conocida como distopía, que, por oposición a la utopía, nos sugiere un futuro más o menos cercano en el cual todo lo que podía ir mal ha ido a peor. En la mejor línea de Orwell, Huxley o Bradbury, a veces desde el humor, a veces desde una profunda conciencia política y medioambiental, estas doce narraciones configuran una gran antología que nos conduce a un mañana probable, demasiado probable.

Más allá del espejo (Tusquets, 2011) bien puede ser el ingrediente noir de todo buen verano: dentro de la serie protagonizada por el detective Charlie Parker, John Connolly ofrece aquí una breve dosis de su efectiva combinación de novela policiaca y terror. Una casa donde se han cometido terribles crímenes, abandonada y repleta de espejos, será el escenario donde Parker se enfrente a fantasmas propios y ajenos. Leer a Connolly es como tomarse un café muy negro: la amargura del sabor produce rechazo, pero también adicción. Y para quienes quieran probar la receta más fresca del autor irlandés, acaba de publicarse La ira de los ángeles (Tusquets, 2014), última entrega de la saga.

Stefan Zweig es un clásico de la narrativa más sólida y evocadora, adecuado para cualquier época del año. Pero vamos a aprovechar el estreno de la película El Gran Hotel Budapest, homenaje a su vida y obra, para recomendar Mendel el de los libros (Acantilado, 2013), un maravilloso canto al amor, siempre trágico, por la literatura. Y también la novela gráfica que recrea su exilio en Brasil, Los últimos días de Stefan Zweig (Norma, 2014), siguiendo la reseña que nuestra amiga Anabel Rodríguez publica en su blog La Puerta Deshecha.

No todas las lecturas veraniegas tienen por qué ser breves ni ligeras. Habrá momentos para la introspección a ritmo de jazz sosegado, la reflexión de largo aliento, el necesario esfuerzo por conocerse a uno mismo. Todo eso y mucho más es El invierno en Lisboa (Booket, 2010), la novela que consagró a Antonio Muñoz Molina. Ya sea en primera lectura o como excusa para revisitar una de las mejores obras de la literatura española reciente, leer sobre el invierno desde nuestro verano sea tal vez la mejor receta. Felices vacaciones, amigos de Tusitala.

Clases de literatura

Una reseña de Anabel Rodríguez, autora del blog La Puerta Deshecha

Este mes me he volcado en las Clases de literatura de Julio Cortázar. El libro, publicado por Alfaguara en 2013, se fundamenta en la transcripción de las conferencias que diera Cortázar en la Universidad de Berkeley en 1980.

Uno de los extremos que más me han entusiasmado es la extraordinaria elocuencia de Cortázar. Me parece de otro mundo esa facilidad para expresarse oralmente, de una forma tan atractiva. Se nota que detrás no hay sólo una buena preparación del discurso, sino una interiorización de contenidos sobresaliente. Son en total ocho clases, sobre temas diversos: los caminos de un escritor; el cuento fantástico y el cuento realista; el tiempo y la fatalidad; la musicalidad y el humor; lo lúdico en la creación literaria; el erotismo y la literatura; el proceso de escritura de sus obras Rayuela, Libro de Manuel y Fantomas contra los vampiros multinacionales. Al final de cada conferencia también se transcriben las preguntas de los alumnos del curso, y las respuestas de Cortázar.

Paris-Teodoro-AdornoCronopios y Famas, la Maga, Horacio Oliveira, Rayuela, la situación de América Latina a finales de los setenta y principios de los ochenta… y por supuesto la literatura, siempre la literatura aparecen en este libro imprescindible para conocer a Julio Cortázar y obtener una percepción diferente sobre su obra, más allá de lo que uno hubiera leído previamente. Durante las conferencias no sólo desmenuza sus libros, sino que habla de otros autores como Vargas Llosa, García Márquez, Borges o Ramón Gómez de la Serna; y resalta la seriedad del juego creativo, entendida de la misma manera que uno se toma la diversión en la infancia: “Si ustedes se acuerdan de su propia infancia estoy seguro de que recordarán muy bien que cuando jugábamos jugábamos en serio. El juego era diversión, desde luego, pero era una diversión que tenía una gran profundidad, un gran sentido para nosotros. (…) Cuando siendo niño me interrumpían por cualquier motivo momentáneo me sentía ofendido y humillado, porque me daba la impresión de que no se daban cuenta hasta qué punto ese juego con mis amigos tenía para todos nosotros una importancia enorme”. Jugar es un asunto muy serio y escribir es un juego que, por tanto, debe jugarse con seriedad, pero sin dejar de jugar.

La lectura de Clases de literatura provoca curiosidad, ganas de profundizar en la obra del autor, animado por el hecho de descubrir muchas de las claves de la creación de su propia mano. Es un libro para los admiradores de Cortázar y para los que aún tienen mucho que descubrir sobre su genio.

La huelga general

Una reseña de Patricia Estévez para Librería Tusitala

Es fundamental revisitar el texto La Huelga General (Luces de Gálibo, 2014) de Jack London. Ilustrado por Laura Pérez Vernetti, el London más activista nos presenta una nación devastada por la lucha de clases. Se trata de una huelga general masiva llevada hasta sus últimas consecuencias, que sacará de sus casillas (literalmente) a la clase burguesa, con la intención de que sufran tanto como ellos han hecho sufrir a la clase obrera; un episodio distópico que desemboca en una situación realmente catastrófica. Mediante su crítica mordaz, Jack London parece apostar por la resistencia pacífica y las medidas negociadas, pero sin renunciar a una revolución del proletariado unido: hay que construir una voz potente y coordinada.

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El Verano del Cohete

Una reseña de Carlos Reymán para Librería Tusitala

Todo el mundo sabe que, para encontrar lectores, lo primero que hay que hacer es una nave espacial. Las naves espaciales suelen ser muy socorridas en literatura porque pueden llevarte de un verano cualquiera hasta el más recóndito de los lectores posibles. El idealismo de algunos astronautas recalcitrantes hace que se empeñen en construir, preferiblemente, un cohete a una nave, y así es como nace la editorial El Verano del Cohete.

¿Y qué es lo que se cuece dentro de ese cohete especial? Básicamente, buenos libros. Cuando Borja González, Mayte Alvarado y Rui Díaz tuvieron la feliz idea de crear su propia editorial, estaban pensando en editar libros para un lector que se pareciese mucho a ellos mismos. Es una forma muy segura de acertar. No es una fórmula infalible, pero son los pasos necesarios que se deben dar por adelantado para ganar algo de terreno: amar la literatura por encima de todo, amar las buenas ilustraciones por encima de todo, amar las buenas historias por encima de todo, cuidar mucho de todo eso por encima de todo. Los libros que salen son los libros que a ellos les gustaría leer si alguien los publicase. Ahora sólo queda que se monten en el cohete y que salgan a nuestro encuentro.

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Juego de Tronos

Tanto éxito por parte de la saga de literatura fantástica Canción de Hielo y Fuego (editorial Gigamesh) y por extensión de la serie televisiva Juego de Tronos bien merece un análisis. Recapitulemos: durante los tres primeros libros (Juego de Tronos, Choque de Reyes, y Tormenta de Espadas) me vi enfrascado en las intrigas de Poniente, leyendo con una avidez que no me dominaba desde la adolescencia, cuando caían en mis manos sagas como El Señor de los Anillos, La Espada de Joram o Las Crónicas Vampíricas. El autor, George R. R. Martin, se merecía ese calificativo tan gastado de “renovador del género”, puesto que dotaba a su universo literario de un realismo y una crudeza muy en consonancia con los tiempos actuales, tan oscuros; y daba la vuelta a la tradicional épica de la fantasía medieval: en sus novelas no hay héroes que pretendan salvar el mundo (y si los hay, fracasan) sino, en el mejor de los casos, supervivientes que bastante tienen con mantener su dignidad en una sociedad abiertamente hostil y traicionera.

Con el cuarto y quinto tomos (Festín de Cuervos y Danza de Dragones) tomaron cuerpo las serias dudas sobre el equilibrio de la saga que me habían asaltado previamente, pero que quedaban en segundo plano gracias a la despiadada fuerza narrativa de Martin: ahora ya resultaba evidente que se le escapaba de las manos su propia historia, dispersándose en más tramas y subtramas imposibles de dominar. A diferencia de Tolkien, que en su Señor de los Anillos decide narrar una historia concreta dentro de una Tierra Media que está firmemente creada de antemano, Martin construye su mundo de ficción a medida que desarrolla la saga, y se empeña en abarcar tantos lugares y pueblos distintos que la narración se resiente hasta el punto de que, mucho me temo, irá a peor en los dos siguientes y últimos tomos que restan por publicarse.

Con la llegada de la serie de televisión Juego de Tronos, ahora en su cuarta temporada, he recuperado la ilusión perdida: la adaptación es magnífica y, en la medida en que la serie está obligada a condensar las novelas eliminando detalles y personajes y añadiendo otros, se podría decir que mejora el original. Sin embargo, es precisamente gracias a la riqueza de la saga literaria que los guionistas de la serie (no olvidemos que está producida por HBO) pueden permitirse mejorarla, dotando por ejemplo a cada episodio de una sólida estructura temática que en los libros no está tan clara.

Pero ya basta de tanto preámbulo: la intención era preguntarse acerca de los motivos de su éxito. Aparte de las características comunes a otros fenómenos superventas que no nombraré aquí, algo tiene Canción de Hielo y Fuego para entusiasmar por igual a tirios y troyanos. Acaso se trate de lo que apuntábamos más arriba: en un mundo como el de Poniente, donde se suceden toda clase de traiciones, inquinas y corruptelas en pos de la conquista del poder, el lector reconoce su propio tiempo (el nuestro), en el cual acostumbran a ganar los malos, y se identifica con los personajes que mantienen su dignidad en un entorno tan brutal. Tienen además en común estos pocos personajes que son unos inadaptados, que no encajan en las jerarquías ni acatan los valores dominantes de Poniente (el poder, la falta de compasión), y se distinguen por sus debilidades, ya sean físicas o psicológicas o sociales: Tyrion, Jon, Sam, Theon, Bran, Davos, Daenerys, Arya, Brienne… todos ellos luchan con tesón por sobrevivir y no perder (toda) su identidad en el camino. Acaso nos recuerdan a nosotros mismos, tratando de encontrar espacio para respirar en un mundo inhóspito y moribundo.